La polémica entre el Ateneo de la Juventud y los últimos defensores del positivismo en México señala un cambio en la percepción hacia el positivismo: de filosofía asociada al porfiriato a secta fanática que perseguía una forma de institución religiosa. El artículo argumenta que el positivismo religioso emerge como respuesta al nuevo orden intelectual abierto por el grupo ateneista y sus críticas al positivismo porfiriano. Al aceptar como propias las críticas el positivismo religioso asegura un espacio intelectual y en la historia de las ideas pero al costo de sacrificar el despliegue completo de su programa.
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