María Sol Couto, Jimena Aguirre
La educación de adultos necesita de procesos de participación de los actores involucrados. Entendemos a la participación como un proceso que supone rupturas y entrama un aprendizaje a través del cual se cuestiona y se adopta una conciencia crítica de nuestro sentido común (Sirvent, 2008). En el caso argentino y, en especial, de Mendoza, los centros de educación de adultos se ubican en sectores denominados "populares". Proponemos reflexionar acerca de la relación dialógica y transformadora entre agentes educativos que no surge por generación espontánea, ni mucho menos por concesión del poder constituido, involucra una conquista que conlleva esfuerzo y maduración.
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