Hemos recuperado el viejo ventilador porque produce un frescor sostenible. Lo preferimos con colores y el aspecto vintage para compensar la soberbia con que lo sustituimos por los equipos de aire acondicionado. Íbamos de sobrados y ahora no tenemos para pagar la factura de la luz. Pero el susurro del ventilador nos recuerda que seguimos siendo amigos.
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