Debido a que representa la etapa final de al-Ándalus y un periodo en el que territorialmente el dominio musulmán se había reducido a su mínima expresión, la época nazarí ha sido a veces identificada con una fase de declive o decadencia. En realidad, hay razones sobradas para cuestionar esta simplista caracterización. En primer lugar, se trata de un periodo de muy larga duración que se extiende a lo largo de más de dos siglos y medio, de tal modo que difícilmente cabría admitir una decadencia que tuviese tan extraordinaria persistencia cronológica. Más aún, a lo largo de ese tiempo, el emirato fue una entidad social y política de indudable interés histórico que revela altas cotas de vitalidad y dinamismo en muchos aspectos, así como una notable sofisticación, de la que obviamente la Alhambra es su máxima expresión.
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