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Resumen de Historia del uso malintencionado de agentes biológicos

Javier Vicente Sánchez, Domingo Marquina Díaz

  • español

    El uso malintencionado de los agentes biológicos por parte del ser humano se conoce desde la antigüedad. Los primeros textos documentados sobre estos hechos se remontan al siglo VI a.C., empleando de forma empírica, plantas, toxinas extraídas de las mismas o incluso empleando cadáveres contaminados con microorganismos altamente patógenos. Tanto en la Edad Media como en la llegada a América por los europeos se utilizaron estos agentes, conociendo claramente los efectos que podrían tener sobre la población. El descubrimiento de los microorganismos en el siglo XVII por A. van Leewenhoek y posteriormente, los grandes descubrimientos que hacen la microbiología y la bioquímica en el siglo XIX abre nuevas posibilidades al empleo de los microorganismos y las toxinas con fines bélicos. El comienzo de la Primera Guerra Mundial supuso un punto de inflexión en la investigación por parte de los países de la Triple Alianza en el desarrollo y uso de microorganismos con fines bélicos. El periodo entre guerras y la Segunda Guerra Mundial hacen que investigadores tanto japoneses como norteamericanos, ingleses y rusos desarrollen a nivel nacional sus programas de desarrollo de armas biológicas. El Protocolo de Ginebra de 1925 puso las bases sobre la no proliferación del armamento biológico por los países beligerantes, que más tarde se vería refrendado por la Convención sobre Armas Biológicas (CAB) de 1972, que entró en vigor en 1975, refrendado actualmente por más de 160 países del mundo. El gran reto actual radica en la lucha contra el bioterrorismo por parte de las instituciones internacionales.

  • English

    The malicious use of biological agents by humans has been known since ancient times. The first documented texts on these events date from the 6th century BC, empirically using plants, toxins extracted from them or even using corpses contaminated with highly pathogenic microorganisms. Both in the Middle Ages and when Europeans arrived in America, these agents were used, clearly knowing the effects they could have on the population. The discovery of microorganisms in the 17th century by A. van Leewenhoek and later, the great discoveries made by Microbiology and Biochemistry in the 19th century, opened new possibilities for the use of microorganisms and toxins for war purposes. The beginning of the First World War was a turning point in research by the countries of the Triple Alliance in the development and use of microorganisms for war purposes. The period between the wars and the Second World War was used by Japanese, American, English and Russian researchers to carry out their Biological Weapons Development Programs at the national level.

    The Geneva Protocol of 1925 laid the foundations for the non-proliferation of biological weapons by belligerent countries, which would later be endorsed by the Biological Weapons Convention (CAB) in 1972, which entered into force in 1975, that is currently endorsed by more than 160 countries of the world. The current great challenge lies in the fight against bioterrorism by international institutions.


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