En 1925 Edwin Hubble dio el primer paso para expandir en varios órdenes de magnitud el tamaño del universo conocido utilizando los precarios métodos fotográficos disponibles: placas de cristal con emulsiones fotosensibles. A través del registro de las fluctuaciones periódicas en el brillo de ciertas estrellas (cefeidas) mediante fotografías, Hubble demostró que la distancia entre Andrómeda y la Tierra era mucho mayor de lo estimado en la época. Andrómeda, hasta entonces considerada una nebulosa, debía de ser en realidad otra galaxia enteramente distinta a la nuestra. De pronto, el tamaño estimado del universo pasó de unos cientos de miles de años luz a unos cuantos miles de millones de años luz. Desde entonces, la sinergia entre tecnología fotográfica y astronomía no ha dejado de aumentar.
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