Desde la invasión rusa de Ucrania, millones de refugiados han cruzado la frontera de Polonia y muchos se han quedado. En este país de emigración, que durante mucho tiempo ha sido reacio a la acogida de personas migrantes, los recién llegados tienen acceso al mercado laboral y al sistema educativo. Pero la estructura de acogida polaca, concebida para ser temporal, depende en gran medida de la hospitalidad de la sociedad civil y de las asociaciones: una solidaridad que se está agotando.
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