A ojos de los occidentales, el arte puede servir al dinero pero no a la política: toda creación proveniente de una república socialista es necesariamente sospechosa. Siguiendo ese principio, tras la caída del Muro, tesoros artísticos destinados a los obreros fueron abandonados en los páramos industriales de Alemania del Este. Como esta colección de lienzos descubierta en Chemnitz, antigua Karl-Marx-Stadt...
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