La lectura digital se ha ido consolidando como práctica social en los últimos años, favorecida por los desarrollos tecnológicos, tanto en el ámbito de los dispositivos como de las aplicaciones, y los culturales, alentada por una generalización del uso de herramientas de intercambio y difusión de contenidos fundamentalmente textuales. En este contexto el desarrollo de dispositivos, aplicaciones y plataformas cada vez más versátiles, plantea la necesidad de investigar los modelos de adaptación de las prácticas de lectura analógicas a las practicas digitales. Dos son los aspectos fundamentales en esta indagación, la legibilidad por una parte y la lecturabilidad por otra, en tanto que afectan a la disposición formal de los textos y a las comprensión y asimilación de estos. Además, en el ámbito digital, y asociado a los dos aspectos mencionados, se hace necesario la valoración de las circunstancias que rodean la concentración, la distracción y las diferentes tipologías de lectura en relación con las prácticas de esta. Se concluye que la digitalización de la producción y recepción textual ha dado lugar a una disponibilidad de datos ingente que permite una aproximación empírica más precisa a los modos y formas de lectura, a las nuevas tipologías de lectores y a los modelos que se van organizando en contextos sociales y profesionales diferenciados.
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