Pensar en Irene no puede ser pensar solo en el pasado. Ella siempre estaba dando la cara al presente y pensando el futuro. Tampoco sería coherente rendirle un homenaje que se parezca a un culto a la personalidad. Lo que uno percibía en su mirada y en sus palabras es que cada persona, pequeña o grande, era importante y capaz de contribuir a una nueva realidad conforme a sus ideales con confianza y valor.
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