Las experiencias inglesas y francesas sobre el videotexto, expuestas en este artículo al filo de la próxima implantación en España de este sistema, evidencian dos realidades: que el videotexto es más un medio de comunicación que de información, al contrario que anunciaban sus propulsores, y que no han sido capaz de captar la imaginación y la fantasía de sus contemporáneos, como lo hicieron la radio y la televisión.
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