Es notorio que en las iglesias cristianas hay cada vez más posiciones diferenciadas sobre diversas cuestiones, y que parece imposible mediar entre ellas. En estas controversias, se puede ver que ninguna iglesia tiene una receta infalible para manejar esta pluralidad de un modo que no amenace su unidad. Esto es aplicable también a la Iglesia católica. Durante un largo tiempo, pudo transmitir la imagen de una comunidad firmemente cerrada y uniforme, pero ya en este pontificado se ha mostrado que esa unanimidad era una ficción o tal vez una proyección. La Iglesia católica se entiende como verdadera y, a pesar de su legítima diversidad, quiere ser y mantenerse como una Iglesia. Los debates internos de la Iglesia católica muestran que, por importante que sea el ministerio papal como símbolo e instrumento de la unidad de la Iglesia, pensar que la unidad de la Iglesia puede mantenerse solo con las decisiones papales es una sobrevaloración. Siguiendo consideraciones de Karl Rahner, propongo primero algunos temas teológicos básicos, antes de plantear algunas posturas fundamentales que permitan lidiar con las diferencias tanto humana como cristianamente, con la esperanza que, desde ahí, aun con limitaciones, se pueda adivinar cómo plantear estas cuestiones.
“Pluralismus – Bedrohung der Einheit der Kirche? Zum Umgang mit Konflikten in der Kirche”, Una Sancta 76 (2021) 173-185
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