La hepatitis C es una enfermedad producida por el virus de la Hepatitis C que afecta en la actualidad a 71 millones de personas. Las terapias basadas en interferón pegilado y ribavirina fueron de las primeras utilizadas en el control de la enfermedad. Estos compuestos constituyen tratamientos inespecíficos que debido a su baja efectividad (~40%) y graves efectos secundarios, han sido reemplazados por los antivirales de acción directa. Estos antivirales tienen dianas específicas (NS3/4A, NS5A y NS5B) y gracias a ello cuentan con una efectividad superior al 96% y pocos efectos secundarios. El desarrollo de estos antivirales constituyó un avance importantísimo en el control de la enfermedad, no obstante, distintas investigaciones han abierto un debate sobre la relación entre estas estrategias y el desarrollo de hepatocarcinoma. Por ello, numerosos científicos defienden la necesidad de síntesis de una vacuna para garantizar una correcta profilaxis. A pesar de los múltiples prototipos y estrategias testados ninguna vacuna terapéutica o preventiva ha sido aprobada hasta la fecha. Las principales causas son la falta de modelos animales inmunocompetentes, la gran diversidad genética vírica y los múltiples mecanismos de evasión del sistema inmune.
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