José Luis Anta Félez, Eleder Piñeiro Aguiar
La aparición desde hace un corto tiempo de una multitud de pequeños programas útiles y eficaces que se basan en la tecnología de la inteligencia artificial (AI), con los que básicamente es fácil chatear para construir documentos, imágenes y textos varios nos alerta de los límites cognitivos, lingüísticos y físicos de las máquinas. Pero partimos de que no hay palabras fuera del texto, y por lo tanto, sea lo que sea que hagan las máquinas, será en una negociación de lo que creemos (en el doble sentido de crear y creencia) los humanos. Por otro lado, estamos perdidos si no entendemos que la racionalidad que trae la tecnología no es un diálogo con nosotros, acaso entre las máquinas, sino con la naturaleza, lo que exige un nuevo pacto con la ciencia, la ética y la historia.
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