Este es un artículo divulgativo sobre la creciente complejidad que tienen los productos tecnológicos de uso común, como por ejemplo: los teléfonos móviles inteligentes, los coches, o los ordenadores personales. Esta complejidad surge al proporcionar más funcionalidades y automatismos al producto, pero ello implica un aumento de la probabilidad de fallos de funcionamiento, es decir una mayor fragilidad de funcionamiento. La fragilidad, ha de ser combatida, por medio de mejores diseños, más controles de calidad en la fabricación, o por saltos de innovación tecnológica. Los productos son cada vez más complejos, al ofrecer más funcionalidades que el usuario desea, existiendo una mayor interacción de la sociedad actual que se basan en ellos. Así, aparecen mayores dependencias entre los propios sistemas técnicos y entre ellos y la sociedad. Surgen algunos efectos y nuevas preguntas.
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