En este artículo se plantea un recorrido hacia una definición coherente de la ciudad contemporánea y se presenta una reflexión acerca de cómo, desde un principio, el ser humano ha tenido una relación muy íntima con la naturaleza y cómo transformó su entorno para habitarlo a su antojo. El hombre es un ser social, es un ser ambiental, lleno de sensaciones y percepciones que influyen en su comportamiento. Pero por cuestiones históricas y de seguridad nos reunimos y vivimos en ciudades, las cuales se han degenerado, convirtiéndose en lugares fríos, sin emociones, negativos y completamente grises. Cuando el hombre, organizando sus ideas y sus acciones, disminuyó la cantidad de trabajo físico para incrementar el trabajo intelectual y moral, en otras palabras, cuando creó una estructura para hacer progresar su existencia, entonces en ese punto surgió la ciudad. La persona, consciente o inconscientemente, empieza a conformar espacios habitables y espacios para desarrollar la comunicación y el aprendizaje junto a otros hombres.
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