Durante el siglo XX, la tradición marxista y comunista fue estrechamente asociada con el sistema político vigente en la URSS y en sus países satélites. Debido a dicha asimilación, el proyecto comunista se equiparaba popularmente a una cultura política dictatorial opuesta a la democracia y a la libertad. En este artículo se defiende que ninguna de las dos tradiciones se asocia de forma natural a una cultura política autoritaria. Dicha equivalencia se debe a la normalización del estalinismo que tuvo lugar durante el siglo XX y que eclipsó a todas las corrientes democráticas del comunismo.
Por el contrario, en la tradición comunista están presentes ejes de pensamiento democrático desde sus inicios. Además, algunas experiencias actuales (pero también pasadas) apuntan a la posibilidad de conjugar de forma realista democracia y libertad al proyecto comunista.
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