Escribir la historia no es ofrecer una repetición puntillosa del pasado sino interpretarlo creativamente, es elegir, husmear con libertad en el espacio de lo posible. Por esto cada época tiene su historia, que es reflejo de sí misma por lo menos tanto como de su pasado. Historiar es mirar hacia atrás pero también —y sobre todo— reafirmarse en el presente y apostar con imaginación por un futuro.
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