Las cofradías, y no sólo las marianas, participaron del ambiente inmaculista que reinó en España durante los siglos XVI al XVIII. En muchos casos, no sólo fomentaron esa devoción, sino que expresamente la defendieron y se empeñaron en su solemne reconocimiento por la Sede apostólica. La primera cofradía castellana de inspiración inmaculista fue fundada por Fernando III en 1250 y las primeras aragonesas y catalanas datan de mediados del siglo XIV. Su proliferación no llegó hasta el siglo XVI y su esplendor se registra en el siglo xvii, con el apoyo particular de los borbones españoles.
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