Las enseñanzas de Pío XI sobre naturaleza de la Acción Católica abrieron un amplio debate sobre la condición teológica de los seglares o laicos y la distinción entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común o real. Paul Dabin fue el máximo teórico de la cuestión. Después 1940 la reflexión se abrió a considerar tilo propio del laico es su relación con el mundo. Así, por ejemplo, Yves Congar y Gérard Philips. Karl Rahner dio otro giro a la discusión: la condición laical no se define exclusivamente por la inserción en el mundo. Esto sólo seria la condición material. Según Pedro Rodríguez quedaba por determinar lo característico y especifico de la condición laical. Esto seria, siguiendo Lumen gentium, que: "a los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios". Aquí cabe recordar -con la predicación de San José Maria Escrivá que el Señor quiere entrar en comunión de amor con cada uno de sus hijos,en la trama de las ocupaciones de cada día, en el contexto ordinario en el que se desarrolla la existencia.
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