El capitalismo compartido propone extender la participación financiera entre todos los trabajadores. Entre sus potenciales beneficios están: conseguir un mejor alineamiento de los intereses de los trabajadores con los objetivos del proyecto empresarial; el reconocimiento explícito de los trabajadores como "interesados" por su inversión en capital humano específico a la actividad de la empresa, lo que refuerza su compromiso e incentiva seguir invirtiendo en la organización; menor desigualdad en la distribución de la renta, al repartir los beneficios extraordinarios de las empresas entre una base más amplia de personas que contribuyen a generarlos; y mayor estabilidad laboral.
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