Durante un corto periodo de tiempo, la decadencia del emirato andalusí dio la impresión de que el dominio musulmán en gran parte de la Península Ibérica iba a desaparecer. El reino de León, que se puede denominar así tras el reinado de Alfonso III, tenía fuerza suficiente para llevar a cabo grandes cabalgadas que podían alcanzar el centro del poder del emirato. Ordoño II fue el monarca, primero de Galicia y luego de León, durante cuyo reinado se llevaron a cabo algunas de las acciones ofensivas más espectaculares. Poniendo estas acciones dentro de una política general, se va a estudiar la parte operativa y táctica de las mismas. La impresión de poder cristiano era falsa y, en cuanto el emirato tuvo gobernantes capaces, los reinos norteños debieron pasar a la defensiva.
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