Los gobernantes mexicanos y de muchos otros países anhelan parecerse a Juárez porque lo idealizan noble, generoso, tierno, humilde, adusto; porque sus acciones lo respaldan por lo menos en el imaginario colectivo; porque pagan sus culpas con el indígena mexicano y, con ello, al idealizarlo, lo deshumanizan, lo hacen un estandarte político romántico a seguir más que un ser histórico.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados