La comunicación analiza los debates de la última década en relación al potencial y los riesgos derivados del uso de la acción humanitaria como una herramienta para la construcción de la paz. La forma en la que la ayuda humanitaria es dada puede aliviar o agravar las tensiones entre grupos. Por tanto, el “nuevo humanitarismo” de los 90 adoptó respecto a los conflictos una agenda “minimalista” (do no harm, no hacer daño), así como una “maximalista”, centrada en usar la ayuda como parte de una estrategia comprehensiva para construir la paz. Este enfoque logró una amplia aceptación y generó numerosas herramientas analíticas y operativas, pero su utilidad no ha sido claramente demostrada al tiempo que han generado ciertas incertidumbres y críticas.
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