En Leptopoda, una aldea al norte de Quíos (Grecia), se celebra cada año un festival dedicado a la suma, una bebida de fabricación casera a base de higos. Con un vaso de suma en la mano y los poemas de Safo traducidos al turco por Azra Erhat en la otra, podemos fantasear y soñar el Mediterráneo desde el sillón. Erhat, escritora, arqueóloga, filóloga clásica y humanista, tradujo a los clásicos griegos al turco y, por primera vez, acercó a los lectores turcos las grandes obras maestras de la Antigüedad. En un artículo escrito por Cengiz Bektaş, amigo y colaborador de Erhat, este explicaba que nunca pudo llevarla a Lesbos, patria de Safo, pues en aquella época no había modo de cruzar el mar a la otra orilla y llegar a las islas griegas desde Turquía. Así, Erhat llevó a cabo todas sus investigaciones sin poder visitar la isla. Aun así, en sus traducciones queda claro que, más allá de la presencia física, la literatura es capaz de acercarnos, nos permite conocernos y reconocernos en nuestros aspectos comunes, en nuestro imaginario compartido.
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