En el siglo XXI, la inclusión se constituye en mandato de las políticas públicas en el campo educativo. En Argentina, esto se tradujo en un conjunto de normativas y programas orientados a generar las condiciones para incluir a los sectores más vulnerados al sistema educativo, haciendo hincapié en el nivel secundario de reciente obligatoriedad.
En este artículo nos proponemos reflexionar acerca de la posibilidad o imposibilidad de construir prácticas de inclusión educativa en el contexto de la pandemia por el COVID-19 al modificarse la forma escolar predominante hasta el momento. A partir de diversas entrevistas y observaciones realizadas en una escuela secundaria de la ciudad de Córdoba y en el marco de una investigación en curso[1], ensayamos respuestas a los siguientes interrogantes: ¿cómo sostener la trayectoria de los/as estudiantes sin verlos/as? ¿Cómo enseñar y acompañar sus procesos de aprendizaje cuando no hay posibilidades materiales para sostener vínculos mediados por las tecnologías? ¿Es posible cuidar a los/as estudiantes sin tenerlos/as cerca? [1] Este artículo se desprende de mi trabajo de doctorado en Ciencias de la Educación (CONICET- FFyH-UNC) titulado: Del imperativo político de inclusión educativa a las prácticas docentes en la escolaridad secundaria obligatoria. Un estudio en escuelas de gestión estatal en la ciudad de Córdoba, dirigido por la Dra. Alejandra Castro.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados