Pocas semanas antes de la muerte de Chernienko y cuando ya se dibujaba la figura de Gorbachov como el más seguro de sus delfines, visitaba el actual líder soviético Londres y un parlamentario británico le preguntaba por la libertad religiosa en la Rusia de hoy. Y Gorbachov, habitualmente sonriente, respondió agriamente: "¿Por qué me hace esa pregunta? Ustedes persiguen a comunidades y nacionalidades enteras. Tienen tres millones de parados. Gobiernen su sociedad y dejen que nosotros hagamos lo mismo con la nuestra". Dicho esto, Gorbachov se ajustó el nudo de la corbata con la mayor naturalidad y se alejó sin inmutarse.
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