Gran Canaria, España
En 1879 fue fundado el Museo Canario en Las Palmas de Gran Canaria. Actualmente, alberga una importante colección del pasado prehispánico de las Islas Canarias. El Museo construyó una impor-tante red transnacional de intercambios. Esto fue facilitado por el generalizado interés en los restos humanos de los habitantes aborígenes de las Islas. Su fundador, Gregorio Chil (1831-1901), y la Junta Directiva, estaban interesados en construir una raza regional, que representaría la esencia transhistórica de la población del Ar-chipiélago. Esto encontró su sustrato científico en diferentes procesos de clasificación racial con connotaciones coloniales. Especulaciones sobre las conexiones de la raza extinguida del Archipiélago, los Amazigh (Bereberes), e hipotéticas poblaciones europeas primitivas se hicieron populares. Estos debates tenían una dimensión material: las similitudes raciales, y las diferencias, eran exhibidas, visualizadas, ilustradas, y así demostradas. Litografías de restos humanos circularon en Europa y más allá. Estas representaciones supuestamente objetivas de la raza se integraron en libros y artículos científicos de referencia. Además, individuos concretos eran dibujados y fotogra-fiados, con frecuencia con la idea de mostrar la continuidad de la población aborigen con la población actual de las Islas. La representación visual de los muertos (cráneos, momias) entró en una suerte de relación dialéctica con la representación de los vivos.
“El Museo Canario” (Canary Museum) was founded in Las Palmas de Gran Canaria in 1879. It holds an impressive collection of the pre-Hispanic past of the Canaries. El Museo Canario built an important transnational network of exchange. This was facilitated by the widespread interest in the human remains of the pre-Hispanic inhabitants of the Canaries. His founder Gregorio Chil, and the Museum Board, were interested in building a regional race to represent the trans-historical essence of the archipelago’s population. This was scientifically grounded on different racial classification projects with colonial connotations. Speculation on the possible links between the archipelago’s extinct race, the Amazigh (Berbers), and hypothetical primitive European populations became popular. These debates had a material side: racial similarities and differences were exhibited, visualized, illustrated, and thus demonstrated. Lithographs of human remains circulated in Europe and beyond. These supposedly objective representations of race were published in authoritative books and scientific articles. In addition, individuals were drawn and photographed, often with the idea of showing the continuity between the aboriginal population and the current inhabitants of the archipelago. Visual representations of the dead (skulls, mummies) entered a sort of dialectic relationship with representations of the living.
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