Blanca Espigares Rooney, Alberto Ruiz Colmenar
El mapa debe ser un detonante para la comprensión del territorio, no puede ser una copia literal del mismo. La cartografía contemporánea —en lo que respecta a planos y mapas—, está confeccionada por dispositivos de alta tecnología que realizan una recopilación exhaustiva de datos por niveles de información independientes entre sí. La obsesión por registrar de la forma más exacta posible la realidad a través de la tecnología ha terminado confundiendo la representación del territorio con su geometría. Estamos ante un catálogo de elementos sin análisis ni interpretación. Se ha relegado la razón del ser del mapa: la representación selectiva de un territorio a través de la exploración y sus acontecimientos. Paradójicamente, este control sobre la superficie de la tierra no ha conllevado una mejor planificación de las ciudades: nunca ha habido una época de tanta destrucción paisajística y tanto planeamiento urbano de espaldas a la identidad de los lugares. Los mapas deben ser instrumentos de comunicación con los que interpretar el espacio, alejados de una cartografía generada a partir del mero registro. Es necesario realizar una crítica al modo de representación de las ciudades y apreciar lo que ha podido incidir en la planificación urbana. Cada ciudad histórica es diferente no sólo por sus características físicas y geográficas, sino por las razones de configuración reflejadas en la evolución de la manipulación del suelo y en lo que influye en la estructura urbana y en las tipologías arquitectónicas. La historia del suelo no se encuentra reflejada ni registrada en la representación de los mapas. No existen cartografías complementarias a las representaciones en planta estandarizadas en todas las ciudades que nos permitan indagar en las peculiaridades propias de cada asentamiento para mostrar la manipulación del terreno realizada y que es la base de los tipos arquitectónicos y de la estructura territorial de la ciudad —sus calles y construcciones. La normalizaciónde la cartografía urbana contribuye a la ocultación de los valores y características inherentes a cada lugar, cuestiones que entendemos que deben ser el punto de partida de una planificación urbana responsable, propia, única y sostenible. .
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