Este artículo tiene como objetivo validar el Arte Terapia en general y los talleres de expresión plástica en concreto, como vía de apoyo ante los problemas de drogadicción mediante la formación de formadores. A partir del caso específico utilizado por la Comunidad Terapéutica Manresa en Santiago de Chile, la autora describe día a día la puesta en práctica de un taller cuya función consistió en el aprendizaje, por parte de un grupo de educadores de dicha comunidad, del uso del lenguaje visual y de las funciones de las artes visuales como posible solución ante su trabajo como monitores.
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