El valor central que Freud les dio al recuerdo y la reconstrucción del pasado se perdió debido a la creciente importancia del análisis del aquí y ahora en la relación terapéutica. Las experiencias y recuerdos traumáticos se resisten contra este desarrollo. Las particularidades en la dinámica del recuerdo y el significado de la reconstrucción se han precisado no solo para el tratamiento analítico sino también para el recuerdo colectivo del Holocausto y sus repercusiones. El desarrollo de la técnica analítica llevó cada vez más hacia una posición central al análisis del aquí y ahora de la relación terapéutica. El descubrimiento de recuerdos y la reconstrucción de la historia vital cayeron en una posición marginal. Es considerado como curativo únicamente el proceso de trabajo a fondo de la experiencia actual en la relación terapéutica. Con ello desapareció el pasado del campo visual,tanto con su significado determinante como opuesto hermenéutico para comprender el presente. En el espejo de ustorio3 (Brennspiegel) de un proceso analítico así entendido se evaporan la abundancia, complejidad y voluminosidad de una historia real en un pensamiento vincular que se olvida de la historia. El poder del pasado, la compulsión a la repetición son los lugares del pensamiento analítico que más o menos desaparecen de la discusión clínica. En el desarrollo de esta teoría clínica se interpone el trauma, su duración en el tiempo y su recuerdo. Las investigaciones de la psicología cognitiva han mostrado que los recuerdos traumáticos son codificados en forma preferencial y, por lo tanto, se conservan largo tiempo en forma detallada y con gran exactitud. Además, no están sometidos al proceso de transformación establecido a través de la situación actualizada cada vez con la repetición del recuerdo. El presente puede, ante los recuerdos traumáticos, ejercer solo en forma muy limitada su función como foco hermenéutico en el cual el pasado es percibido y estructurado. Los recuerdos traumáticos forman un tipo de cuerpo extraño en el mecanismo sociativo psíquico. En este terreno escindido del Self reina una dinámica específica que lo confronta constantemente con la experiencia de estar apresado en el poder de la compulsión a la repetición. Con el fin de integrar ese sector y disolver esta dinámica, en el tratamiento analítico son necesarios el recuerdo y una reconstrucción del suceso traumático. Así, el poder repetitivo de lo mismo es historizado, el dentro y fuera conservan un otro marco de comprensión y el Self mantiene una sensación de reconquistada actividad mental (agency) (en inglés en el original). Pero la realidad traumática cuestiona no solo convicciones teóricas, sino confronta también con el horror, la crueldad y el miedo a la muerte que deben ser verbalizados. Esto provoca, no solo en traumatizados sino también en analistas, defensa y evitación de un modo tal que muchas experiencias traumáticas no tienen en el tratamiento el lugar terapéutico que les corresponde. A menudo se presta clínicamente poca atención a los procesos de defensa y estabilización. Las víctimas de guerra, de persecución y de las demás violencias po-lítico-sociales son al mismo tiempo sus testigos. La confrontación con el Holocausto, los terribles crímenes, el horror sin nombre, el enorme sufrimiento de la víctima, amenazan vencer al recuerdo y ponen en marcha una necesidad de no saber a través de estrategias de evitación despreocupadas. También para la memoria colectiva y la descripción histórica se plantea el problema de someter al Holocausto en categorías sin sentido en las cuales desaparezcan el horror y el carácter traumático del suceso. Pero no solo la víctima, también el autor y el crimen perpetrado deben ser incluidos en el recuerdo. El recordar crímenes desarrolla una dinámica especial. La defensa ante la culpa y la responsabilidad de los miembros de la generación que estuvo envuelta en el nacionalsocialismo tuvo como consecuencia en la sociedad alemana de posguerra estrategias recordatorias que perjudicaron el sentimiento de realidad de los niños y pusieron en marcha una dinámica transgeneracional con procesos de identificación específicos. Ubicar este problema en una realidad traumática diversa para el individuo y para el nivel social, y hacer fructífera una discusión clínico-teórica significa también conducir una lucha para que el recuerdo consiga nuevamente un lugar adecuado en el psicoanálisis.
Recollection, trauma and collective memory. The struggle for memory in psychoanalysis The central value Freud placed on remembering and reconstructingthe past was lost due to the growing importance of the analysis of the here and now in the therapeutic relationship. Traumatic experiences and memories resist this development. The particular dynamics of remembering and the significance of reconstruction have been precisely established not only for analytic treatment but also for the collective memory of the Holocaust and its aftermath. The development of analytic technique increasingly brought the analysis of the here and now of the therapeutic relationship into a central position. The discovery of memories and the reconstruction of life history were marginalized. Only the in-depth work on the present experience is considered curative. With this, the past disappeared from the visual field, both with its own determining significance and as the opposite, from a hermeneutic point of view, to understand the resent. In the “burning mirror” (Brennspiegel) of ananalytical process thus understood, the abundance, complexity and weight of a real history are diluted in a bonding thought that forgets about history. The power of the past, the compulsion to repeat, are areas of analytic thinking that more or less disappear from clinical discussion. Trauma, its duration in time and its memory, stand in the way of the development of this clinical theory. Cognitive psychology research has shown that traumatic memories are preferentially encoded and are therefore retained for a long time in detail and with great accuracy. Moreover, they are not subject to the transformation established through the situation updated again and again with the repetition of the memory. In the face of traumatic memories, the present can only to a very limited extent exercise its function as a hermeneutic focus in which the past is perceived and structured. Traumatic memories create a kind of foreign body in the psychic associative mechanism. A specific dynamic reigns in this split terrain of the self, which constantly confronts the self with the experience of being imprisoned in the compulsion to repeat. In order to integrate this sector and annul this dynamic, the analytic treatment requires the memory and a reconstruction of the traumatic event. Thus, the repetitive power of the same is historicized, the inside and outside retain another understanding framework and the self maintains a sense of reconquered mental activity (agency). But the traumatic reality not only questions theoretical convictions, but also confronts horror, cruelty and fear of death, which must be verbalized. This stimulates defense and avoidance, not only in the traumatized individuals but also in the analysts, so that many traumatic experiences do not have in the treatment the therapeutic place that corresponds to them. These processes of defense and stabilization are often given little clinical attention. Victims of war, persecution and other political and social violence events are at the same time their witnesses. The confrontation with the Holocaust, the terrible crimes, the nameless horror, the enormous suffering of the victims, threaten to defeat the memory and set in motion aneed not to know through unconcerned avoidance strategies. Also for collective memory and historical description there is the problem of reducing the Holocaust to meaningless categories, in which the horror and traumatic character of the event disappear. But not only the victim, but also the perpetrator and the crime committed must be included in the memory. Remembering crimes has a special dynamic. The defense against guilt and the responsibility of members of the generation that was involved in National Socialism resulted, in post-war German society, in remembrance strategies that impaired the children’s sense of reality and set in motion a transgenerational dynamic with specific identification processes.Differentiating the traumatic reality of the individual and of society, and fostering a fruitful clinical-theoretical discussion, means fighting for remembrance to get a proper place in psychoanalysis again.
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