Mariana de Guevara perpetuó y acrecentó el linaje de los Álava, al que por matrimonio pertenecía, a través de una política de promoción muy común en el siglo xvii: la construcción del palacio familiar y la fundación de un convento, concebido este como panteón y no como lugar de retiro. Los objetivos de sus empresas fueron los del matrimonio, pero la responsabilidad de llevarlos a cabo quedo exclusivamente en sus manos a la muerte de su esposo. Analizaremos sus casas de Valladolid, la fundación conventual en Vitoria, sus gustos, devociones y decisiones a la hora de escoger al ingeniero (Jerónimo de Soto), arquitectos (Juan y Pedro Vélez de la Huerta y Francisco de Praves), escultor (Gregorio Fernández) y platero (Juan de Nápoles Mudarra) que materializaron sus ideas. En Vitoria construyó el convento, pero fue Valladolid la ciudad que orientó los gustos artísticos de la condesa de Treviana.
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