Madrid, España
La economía "de" una lengua acaba por remitir, consecuentemente, a la economía que se hace "en" o "con" esa lengua. No hay mejor apoyo para una lengua que la robustez del tejido productivo que trabaja con ella y la reputación de la sociedad que la utiliza. Por eso, el buen producto que es el español solo ganará posiciones en el mercado global si las economías que lo sustentan se hacen más competitivas y ganan en calidad las democracias que hablan en español. También desde la perspectiva de la lengua, en definitiva, la fórmula magistral es la que combina crecimiento económico competitivo, cohesión social y calidad institucional.
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