Mientras el candil sobre la mesa de madera añeja exhalaba sus últimos suspiros, el doctor culminaba con éxito los volantes publicitarios que ubicaría en la puerta de entrada a su edifcio; un largo recorrido de noches en vela habían acompañado su inspiración, hasta que esa noche siendo las 2:45 de la madrugada parecía estar listo; emocionado dejó caer la pluma sobre la mesa, cerró el tintero y dejando la hoja escrita sobre la mesa apagó la vela y se marchó a dormir.
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