Borges tiene su gloria asegurada; no así Guillermo de Torre, su compañero de la época ultraísta y luego, a partir de 1928, cuñado. El veredicto de la historia es comprensible, pero no del todo justo, ya que Torre fue un entusiasta y movedizo autor y gestor de publicaciones hemerográficas, que abrió a Borges muchas puertas en Europa. Fue el único receptor y comentador de las traducciones que Borges hiciera hacia 1920 de poetas alemanes de tendencia expresionista, y quien lo relacionó con autores dadaístas. El artículo contrasta algunas reseñas que cada uno de ellos dedicó a la obra del otro, profundiza en la actitud crítica de Torre, menos conocida. Recurre, para ello, a algunas cartas de la época y a un manuscrito desconocido de Torre (1924).
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados