Zaragoza, España
El meteórico paso de César Ortiz-Echagüe y de Rafael Echaide por la arquitectura española puede identificarse con la introducción del modo americano en el panorama profesional de nuestro país. Sin embargo, al cabo de sesenta años del grueso de su obra, resulta ejemplar su sensibilidad por el paisaje y por el medio natural. En esta conversación se abordan igualmente cuestiones pedagógicas, disciplinares y de organización del trabajo que podrían identificarse como respuesta a otros aspectos de su trabajo poco conocidos.
César Ortiz-Echagüe, regresado a España hace pocos años, tras 40 años de ausencia —9 en Roma, donde fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II, y 31 en Alemania— nos recibe en una sencilla y luminosa residencia del Opus Dei en el madrileño barrio de Las Tablas, donde vive desde su llegada. Ha cumplido 96 años, pero su cabeza está totalmente lúcida. En sus primeros comentarios nos apunta que disfruta del barrio, relativamente reciente, por la cantidad de jóvenes familias que lo habitan. Hay abundantes colegios y, al regresar, todavía pudo ayudar, durante unos años, como sacerdote, en uno de esos colegios, promovido por miembros del Opus Dei.
The meteoric passage of César Ortiz-Echagüe and Rafael Echaide through Spanish architecture can be identified with the introduction of the American style into the professional panorama of our country. However, sixty years after the bulk of their work, their sensitivity to landscape and the natural environment is exemplary. This conversation also addresses pedagogical, disciplinary and work organisation issues that could be identified as a response to other little-known aspects of his work.
César Ortiz-Echagüe, who returned to Spain a few years ago after 40 years of absence - 9 in Rome, where he was ordained a priest by Saint John Paul II, and 31 in Germany - receives us in a simple and bright Opus Dei residence in the Madrid neighbourhood of Las Tablas, where he has lived since his arrival. He is 96 years old, but his mind is completely lucid. In his first comments, he tells us that he enjoys the relatively new neighbourhood because of the number of young families who live there. There are plenty of schools and, on his return, he was still able to help for a few years as a priest in one of these schools, promoted by members of Opus Dei.
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