Santiago, Chile
La ciudad de Santiago de Chile sufrió numerosas catástrofes desde su fundación, en 1541. Situada en uno de los lugares más sísmicos del mundo, experimentó terremotos frecuentes, pestes y sequías. En este contexto, los santos y las advocaciones marianas y cristológicas fueron vitales para sostener la moral de la ciudad. Mediante procesiones y rogativas, las imágenes se disputaban un lugar para prevenir catástrofes, consolar cuando estas asolaban la ciudad, o rogar para que cesaran. El monopolio de las imágenes mercedarias en el control de estos fenómenos dio paso, desde mediados del siglo XVII, a la injerencia de otras órdenes regulares. En este estudio se analizan los sucesivos patronazgos y relatos milagrosos rivales que surgieron en la prevención de catástrofes para la ciudad de Santiago de Chile, tanto en continuidad como en ruptura con las devociones eclesiales universales.
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