El cambio climático agudiza los eventos extremos de inundaciones y sequías intrínsecos a las cuencas hidrográficas españolas, haciéndolos cada vez más frecuentes e intensos. Ello obliga a repensar las bases de la política hidrológica, establecidas hace más de dos décadas en la Directiva Europea Marco del Agua, para la consecución de un "buen estado" de las aguas y suministro suficiente para su uso. Esos objetivos deben actualizarse y consolidarse ahora en un marco más exigente de adaptación al cambio climático, que requiere una inevitable transición hidrológica.
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