La formación permanente de los profesionales que atienden las bibliotecas es hoy en día parte indispensable para ser unos bibliotecarios con los pies en el suelo y saber desenvolverse en el entorno cambiante en el que vivimos en la actualidad. La revolución tecnológica, en todos los niveles de la sociedad, hace que la formación continua no se pueda dejar de lado y ser unos bibliotecarios impasibles, pues esta pasividad redundaría en la biblioteca y finalmente en los usuarios/lectores. Tendríamos entonces una biblioteca anquilosada en un pasado que no lleva a ningún lado y convertiría a nuestras bibliotecas en unos entes decimonónicos con unos servicios muy limitados, provocaría la perdida de usuarios/lectores y terminaría finalmente en la pérdida de la biblioteca como centro de la cultura de su ámbito territorial.
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