El presente artículo interroga la posibilidad de que la justicia, entendida como institución, se transforme al reconocer como injusticias estructurales las injusticias epistémicas relacionadas con el abuso sexual. Para ello analizaré la decisión de la jueza Rosemary Aquilina de invitar a más de 150 sobrevivientes de abuso sexual a dar su testimonio en el juicio a Larry Nassar. Sostengo que este acto de escucha y acompañamiento de las sobrevivientes durante las audiencias reconoce el valor de narrar la experiencia de abuso sexual, muestra el daño de la injusticia epistémica por los prejuicios que interfieren con la credibilidad de las víctimas y las estructuras de poder que silencian los testimonios. En un segundo momento, analizo las audiencias donde hay una participación colectiva de las sobrevivientes como un espacio de acompañamiento que las empodera en tanto sujetos epistémicos y agentes morales.
This article interrogates the possibility that justice, understood as an institution, can be transformed by recognizing epistemic injustices related to sexual abuse as structural injustices. To this end, I will analyze Judge Rosemary Aquilina’s decision to invite more than 150 survivors of sexual abuse to testify in the Larry Nassar trial. I argue that this act of listening to and accompanying survivors during the hearings recognizes the value of narrating the experience of sexual abuse, and shows the harm of epistemic injustice due to biases that interfere with the credibility of victims and power structures that silence testimony. In a second moment, I analyze the hearings where there is a collective participation of survivors as a space of accompaniment that empowers them as epistemic subjects and moral agents.
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