Este artículo se propone analizar paralelamente las reformas inquisitoriales impulsadas por el papa Benedicto XIV dentro de su estado territorial y el enfrentamiento que la Santa Sede sostuvo contemporáneamente con los estados italianos de Nápoles y Toscana, donde tras el cambio dinástico se decretaron una serie de medidas jurisdiccionalistas dirigidas a acabar con la presencia de una realidad extranjera —como fue la Inquisición romana— dentro de sus territorios. Del análisis conjunto de ambos hechos se dibuja una realidad compleja de la que se observa cómo si bien, por una parte, el papa Lambertini promulgó medidas reformistas tendentes a revitalizar el funcionamiento del tribunal inquisitorial dentro su estado, por otra parte, tuvo que acomodarse a los cambios y las estrategias políticas que dictaron ambos estados vecinos.
Reflexionar sobre estas coyunturas en el contexto político y eclesiástico italiano, busca argumentar nuestra hipótesis de que el pontificado de Benedicto XIV representó un hito fundamental —como punto de no retorno— en el largo proceso histórico que, desde mediados del siglo XVIII y hasta las primeras décadas del XIX, condicionó todo el sistema inquisitorial moderno hasta su progresiva abolición.
This article seeks to analyse the inquisitorial reforms promoted by Benedict XIV within his own territorial state, and the clash between the Holy See and the Italian states of Naples and Tuscany. After the dynastic changes of previous years, the two states decreed jurisdictional measures aimed at ending the presence within their territories of a foreign element: the Roman Inquisition. Combined analysis of both phenomena reveal a complex reality, in which we observe how, despite Pope Lambertini’s reformist measures designed to revitalize the operation of the inquisitorial tribunal within his own state, Benedict XIV also had to adapt to the changes and political strategies introduced by the two neighbouring states.
The article reflects on these aspects, in the Italian political and ecclesiastical context, in order to support our hypothesis that the pontificate of Benedict XIV was a key milestone —to the extent of being a point of no return— in the protracted historical process between the mid-eighteenth and early nineteenth centuries that conditioned the entire early modern inquisitorial system until its progressive abolition.
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