La asociación estratégica chino-rusa, que nació en 1996, no ha dejado de estrecharse a raíz de los sucesivos desencuentros entre EE. UU. y las potencias revisionistas.
En la actualidad, se está redefiniendo un enfrentamiento de bloques en el que las partes rivales aspiran a alinear al resto del mundo según sus propios designios estratégicos.
No es previsible que Pekín y Moscú vayan a ceder frente a las presiones de Washington y sus aliados y sí lo es que la fortaleza de la entente autocrática se mantenga firme, generando cada vez mayor antagonismo.
Como consecuencia de ello, el sistema internacional se está resquebrajando, la economía se deteriora y la paz global está más amenazada que nunca.
Resulta urgente encontrar un sistema de relación entre las grandes potencias que combine la inevitable rivalidad estratégica con un concepto y una práctica de coexistencia.
The Sino-Russian strategic partnership, born in 1996, has not stopped tightening because of the successive disagreements between the US and the revisionist powers.
Today, a confrontation of opposite blocs is being redefined in which the rival parties aspire to align the rest of the world according to their own strategic designs.
It is not foreseeable that Beijing and Moscow will give in to the pressures of Washington and its allies, but it is foreseeable that the strength of the autocratic entente will remain firm, generating increasing antagonism.
Therefore, the international system is breaking down, the economy is deteriorating and global peace is more threatened than ever.
It is urgent to find a great powers relationship that combines inevitable strategic rivalry with a concept and practice of coexistence.
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