Un Timor-Leste independiente planteaba un dilema para la política exterior australiana. Por un lado, Australia lideró la coalición militar multinacional que restableció la paz en 1999 y tenía un interés evidente en garantizar que su vecino más reciente fuera autosuficiente y estable. Por otro lado, la independencia negaba tres décadas de esfuerzos diplomáticos australianos para controlar los recursos de petróleo y gas del mar de Timor. En consecuencia, Australia aceptó la independencia formal de Timor-Leste, pero trató de influir en aspectos clave de su política interior y exterior mediante la ayuda externa, el espionaje y otros instrumentos de la diplomacia.
An independent Timor-Leste posed a dilemma for Australian foreign policy. On the one hand, Australia led the multi-national military coalition that restored peace in 1999, and had an obvious interest in ensuring that its newest neighbour was self-reliant and stable. On the other hand, independence negated three decades of Australian diplomatic effort to control the oil and gas resources of the Timor Sea. Accordingly, Australia accepted Timor-Leste’s formal independence but tried to influence key aspects of its internal and external policies using foreign aid, espionage and other instruments of statecraft.
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