El convento de la Encarnación de carmelitas calzadas de Huesca, fundado en 1622, fue una iniciativa de la viuda Ana Santapáu, dueña de la casa que sirvió de primera residencia a la incipiente comunidad, situada en la calle Pedro IV.
Este artículo analiza cómo la fundadora consiguió ser propietaria de todos los bienes ubicados en Huesca habidos en su matrimonio con el maestro Juan Garay, cómo su casa se habilitó de manera adecuada para guardar la clausura y, sobre todo, dónde se encontraba dicho inmueble, que las monjas vendieron poco antes de salir de él, en 1634, y que inmediatamente se convirtió en sede del colegio de Santa Orosia
Huesca’s Discalced Carmelite convent of La Encarnación was founded in 1622 at the instigation of Ana Santapáu, a widow and owner of the house which would be the first residence of the new religious community, on Calle Pedro IV. This article analyses how the founder was able to become the owner of all the Huesca assets of her marriage with Maestro Juan Garay, how her house was adapted for use by a closed order, and, above all, the location of the building, which was sold by the nuns shortly before they left it in 1634, and immediately converted to house the school of Santa Orosia
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