En el presente trabajo lo que se trata de examinar es la respuesta de Europa, en materia energética, a la invasión de Rusia a territorio ucraniano. En esta situación, de economía de guerra, ha salido a relucir uno de los vectores del “trilema energético”, la seguridad del suministro, y se ha puesto de manifiesto su fragilidad en el episodio bélico en curso. Por ello, el almacenamiento o la agregación de la demanda contribuyen a garantizar la flexibilidad de un futuro incierto con una energía verde, poco gestionable, estocástica y no predecible. Nótese, además, que el almacenamiento es una palanca para la reactivación económica en un escenario postpandemia y frente a la voracidad de los precios energéticos provocada por la guerra. En estas coordenadas se centra este artículo y es en este contexto en el que se insertan las siguientes líneas.
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