Tomando como hilo conductor el magisterio del papa Francisco, el autor se centra en la fecundidad entendida como esperanza, aceptación y cuidado de la vida. Se señala la importancia de que los cristianos se presenten en la sociedad como promotores, cuidadores y apasionados defensores de la vida, de toda la vida. Se cierra esta reflexión sobre la fecundidad cristiana haciendo referencia a las mujeres y varones que tienen el deseo de tener un hijo, pero no pueden realizarlo. Se subraya que se trata de una necesidad pastoral de primer orden acompañar y apoyar eclesialmente a las parejas con dificultades para concebir en la línea que Francisco señala en Amoris Laetitia.
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