El presente artículo se propone investigar la mirada crítica que Pi, fe en el caos dedica al imaginario cientifista moderno que su protagonista encarna. Apoyándonos en los planteamientos de Stanley Cavell y recurriendo al análisis fílmico, examinamos diversas escenas clave del film que nos permiten valorar la pérdida de contacto vital con la realidad que Max sufre como consecuencia de su racionalismo excesivo. Evaluamos primeramente cómo el deseo de Max de alcanzar una explicación matemática, objetiva y cierta del universo deriva en su desconexión con el mundo exterior. A continuación, sopesamos los efectos de esta actitud en sus relaciones sociales, prestando especial atención a la confrontación (personal y epistemológica) con su maestro. En tercer lugar, mostramos cómo Max es presentado como una suerte de espíritu puro, desvinculado de un cuerpo al que desatiende y concibe como obstáculo. Seguidamente, abordamos la parte final del film en la que el protagonista se ve abocado a aceptar los límites del conocimiento humano. Por último, y en consonancia con las conclusiones de nuestra lectura del trayecto de Max, destacamos que la estrategia retórica del film incide en la condición somática del espectador y evidencia la necesidad de su participación hermenéutica.
This article aims to investigate the critical look that Pi dedicates to the modern scientific imaginary that its protagonist embodies. Based on Stanley Cavell’s ideas and using film analysis, we examine several key scenes in the film that allow us to assess the loss of vital contact with reality that Max suffers as a result of his excessive rationalism. We first evaluate how Max’s desire to achieve an objective and certain mathematical explanation of the universe results in his disconnection from the external world. Next, we weigh the effects of this attitude on his social relations, paying special attention to the (personal and epistemological) confrontation with his teacher. Thirdly, we show how Max is presented as a sort of pure spirit, detached from a body he neglects and conceives as an obstacle. Next, we address the final part of the film in which the protagonist is forced to accept the limits of human knowledge. Finally, and in accordance with the conclusions of our reading of Max’s journey, we underline that the rhetorical strategy of the film emphasizes the somatic condition of the spectator and highlights the need for their hermeneutic participation.
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