Jaén, España
La sentencia del Tribunal Supremo de 22 de septiembre de 2021 no ha abordado ni con la profundidad deseable ni con ánimo de completitud un problema enquistado que viene suscitándose desde la promulgación de la Ley 30/1992 y cuyo artículo 142.4 –y sus sucesivas redacciones- ha sido interpretado de manera muy diversa según los supuestos. El aspecto que ha entrañado durante los últimos 30 años más dificultades en la práctica judicial no ha sido en sí el dies a quo del cómputo para accionar la responsabilidad patrimonial en supuestos de anulación de actos administrativos, ni si es en el momento del pronunciamiento o en el de su notificación (dicotomía resuelta con el actual 67.1 de la LPAC, a favor del segundo), sino cuándo debe entenderse por las partes procesales implicadas que la sentencia alcanza tal firmeza a efectos iniciadores del plazo. Sin embargo, el Alto Tribunal no ha tomado en debida consideración la conflictividad generada en torno a esta cuestión, pese a que según el auto de admisión y la cuestión que presentaba interés casacional objetivo para la formación de jurisprudencia, bien podría haberla resuelto en términos más “definitivos” Se ha perdido, por tanto, una oportunidad interesante para la unificación de criterios
The judgment of the Supreme Court of September 22, 2021 has not addressed either with the desirable depth or with the intention of completeness a entrenched problem that has been arising since the promulgation of Law 30/1992 and whose article 142.4 - and its successive wording - has been interpreted very differently depending on the assumptions. The aspect that has entailed the most difficulties in judicial practice over the last 30 years has not been in itself the dies a quo of the computation to trigger the patrimonial responsibility in cases of annulment of administrative acts, nor if it is at the time of the pronouncement or in that of its notification (dichotomy resolved with the current 67.1 of the LPAC, in favor of the second), but when it should be understood by the procedural parties involved that the sentence reaches such firmness for the purposes of initiating the term. However, the High Court has not taken into due consideration the conflict generated around this issue, despite the fact that according to the order of admission and the question that presented an objective appeal for the formation of jurisprudence, it could well have resolved it in more precise and "definitive" terms. An interesting opportunity for the unification of criteria has therefore been lost.
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