En los centros, las primeras reuniones suelen dedicarse a «grandes cosas»: horarios, recursos, objetivos, programaciones, etc.
Cuando nos encontramos con cada criatura, con cada padre y cada madre aquellas «grandes cosas» pasan a ser el escenario donde vivimos, y necesitamos concentrarnos en las cosas más próximas: en cada criatura, en las relaciones del grupo, etc.
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