Leioa, España
En las últimas décadas, las teorías del desarrollo regional han puesto de manifiesto las potencialidades de una aproximación territorial a los procesos de desarrollo. El territorio aparece como lugar para la interacción social, para la colaboración o el conflicto. Pero es, quizá, en la relación entre territorio, conocimiento e innovación donde ha cobrado mayor interés, más aún en un contexto de globalización y competencia total en que la creación de conocimientos y la innovación se presentan como los procesos clave para la acumulación. En la medida en que la creación y difusión de conocimientos se reconocen como procesos sociales, dependen del contexto socio-institucional donde tienen lugar, de las coordenadas territoriales. El territorio aparece así como el nexo, como el espacio de interacción para crear conocimientos y tecnologías apropiadas que favorezcan el desarrollo. Por eso, en los últimos tiempos es recurrente presentar el espacio local-regional como el lugar donde aplicar políticas que favorezcan la interacción entre los diferentes agentes sociales. Sin embargo, esto lejos de ser una cuestión cerrada, abre nuevos interrogantes: ¿qué papel juegan los diferentes actores sociales en estos procesos? ¿Cómo abordar las asimetrías de poder? ¿De qué manera repercuten estas innovaciones y mejoras tecnológicas en la calidad de vida de la población? ¿Existe verdaderamente un diálogo entre las diferentes formas de conocimiento, el científico y el tradicional, que valore de manera justa las aportaciones de éste? En este artículo abordamos estas y otras cuestiones en un territorio complejo como es la Amazonía, ilustrándolo con ejemplos de experiencias concretas.
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